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Viernes, 19 de Diciembre 2025, 10:35h
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Es lunes, 12.30 horas. En la garita de seguridad, un coche de las autoridades forestales aguarda el registro. José Álvarez, director del Centro de Recuperación de Animales Silvestres (CRAS) ‘Félix Rodríguez de la Fuente’, uno de los hospitales de fauna salvaje más importantes de España, ya sabe lo que significa. «Cuando hay un problema con especies protegidas o con venenos, los animales tienen que venir aquí», recuerda. «Es el día a día».
Y ese trabajo minucioso rinde frutos: más del 42 por ciento de los animales que cruzan estas puertas regresan a la vida salvaje. Una cifra que está cambiando el futuro de una especie que rozó la extinción: el águila imperial ibérica.
A comienzos de los años ochenta, quedaban menos de 40 parejas en toda la península. El horizonte era la desaparición. Hoy la clasificación ha bajado a 'vulnerable'. Parte de esa remontada despega desde aquí, en Tres Cantos.
Parte de la culpa de la recuperación del águila imperial está en el águila real de esta imagen. Ella es la madre de acogida de varios polluelos en el Centro de Recuperación de Animales Silvestres (CRAS) Félix Rodríguez de la Fuente en Tres Cantos (Madrid). Ella hace de madre de polluelos 'imperiales' que han sido rescatados por patrullas.
Quirófanos, UCI, máquinas de rayos-X... El CRAS de Madrid recibe al año unos 8000 animales, algunos vivos y otros muertos. Desde serpientes hasta águilas imperiales. Un equipo de 10 personas trabaja con estos pacientes. En la imagen, los sanitarios curan a un milano real.
Un águila imperial ibérica alimenta a sus polluelos. Muchos de estos caen del nido y son recuperados por patrullas de voluntarios que los llevan a centros de recuperación. En Madrid, el equipo de Sonia Villaverde, jefa de veterinarios, los cuida, los alimenta y también los entrena para sobrevivir en libertad. Un águila no puede recuperarse sin volver a aprender a cazar.
Cada ingreso pasa por una exploración completa: lesiones, síntomas, procedencia. Y se practican cirugías, vendajes, rehabilitación. Aquí se cura lo visible, y también lo invisible: el instinto. Porque no basta con soldar un hueso. Y ese trabajo minucioso rinde frutos: más del 42 por ciento de los animales que cruzan estas puertas regresan a la vida salvaje. Casi uno de cada dos.
Gracias al trabajo de recuperación del CRAS, la población de parejas reproductoras de águila imperial ha aumentado, solo en Madrid, casi el 13 por ciento respecto a 2024: han anidado este año 109 parejas, más de una por cada 100 kilómetros cuadrados, la mayor densidad del país, fruto de un programa iniciado en 1999.